Pedro Martínez. Agricultor de Madrid: “El consumo de productos ecológicos en España tiene que crecer mucho”


Pedro Martínez Robleño. Agricultor de Colmenar de Oreja (Madrid)

“El consumo de productos ecológicos en España tiene que crecer mucho”

Pedro es historia de la agricultura ecológica madrileña. Él fue el primero que obtuvo la certificación ecológica en la Comunidad de Madrid, allá por 1996. Este agricultor, que se acaba de jubilar, ve el futuro de la producción ecológica con optimismo. No en vano, sus dos hijos se han hecho cargo ahora de la explotación familiar.

¿Por qué te animaste a producir en ecológico?

En los años 80 el mercado de ecológico en España era muy incipiente. Yo empecé con el huerto y vi que había salida para mis productos a buen precio, pero también vimos que transformar los productos de la huerta permitía aportar valor a nuestras verduras y tener más tiempo para comercializarlos, por lo que hicimos una importante inversión y montamos una conservera. Yo siempre he sido un emprendedor y he tratado de cerrar el círculo todo lo que he podido.

¿Entonces empezaste con el ecológico por rentabilidad?

Los tres o cuatro primeros años fueron una ruina, no había mercado y perdimos todos nuestros ahorros. Luego cambió la situación y empezamos a vender más. La conservera también nos ha permitido dar mucha seguridad a nuestra empresa familiar.

¿Qué cultivas y cómo organizas tu producción?

Gestionamos 50 hectáreas, todas arrendadas. Realizamos rotación de cultivos, como método para controlar las malas hierbas y para cumplir con la PAC. Cultivamos garbanzos y lentejas que después transformamos en nuestra conservera, y cereales como trigo chamorro y espelta. Voy rotando entre estos cultivos. Aparte cultivamos ajos y productos de huerta.

¿Crees que tu sistema de producción perjudica o beneficia al medio ambiente?

Yo tengo riego por goteo, saco el agua de un pozo y gasto muy poca agua. Pienso que la labor que desempeñamos no perjudica al medio ambiente. Probablemente soy el que menos perjudica de todo mi pueblo.

¿Crees que es posible que todos los agricultores de España se pasaran a ecológico?

No estoy seguro. Dependiendo del cultivo, el hecho de estar en ecológico puede requerir muchísima mano de obra. Yo tengo que escardar los ajos a mano, y tenemos grandes dificultades para contratar mano de obra. La normativa de la Seguridad Social no lo pone fácil para contratar gente en periodos cortos, que es cuando yo necesito ayuda en mi explotación.

Creo que cuanto más sostenible es la agricultura, sobre todo en productos de huerta, más mano de obra requieres.

¿Cómo comercializas tus productos?

Yo vendo a nivel nacional e internacional, a lugares como Francia, Alemania, Inglaterra, Qatar… Me parece bien vender tu producción cerca de tu explotación, pero la verdad es que para los productos ecológicos hay un gran mercado fuera de tu comarca e incluso fuera de España. El consumo de productos ecológicos tiene que crecer mucho todavía en España, pues es muy bajo. Si hubiera un poco más de consumo, con sólo un barrio de Madrid yo vendería toda mi producción.

¿Qué podemos hacer para que crezca el consumo de productos ecológicos?

Con los productos ecológicos no se trata de exagerar sus bondades, sino de demostrar que son productos que no son perjudiciales para la salud, todo lo contrario, además de que protegemos el medio ambiente con este sistema de producción.

Con el ecológico obtienes un rendimiento mucho menor, pero estás seguro de que es un producto 100% natural y con toda la garantía del mundo. Los productos ecológicos no los tienes ni que lavar para consumirlos.

Página web de Conservas Cachopo

Página web de Conservas Cachopo

 

¿Cómo ves el futuro de vuestra explotación familiar?

Lo veo con bastante optimismo. Mis hijos dejaron sus trabajos y se incorporaron a la empresa familiar con mucha ilusión. Nos gusta lo que hacemos y vivimos bien. Yo creo que la demanda de productos ecológicos va a ir subiendo año a año.

¿Y el futuro de los pueblos en España?

Creo que pasarse a ecológico podría ser una solución al despoblamiento que sufre el mundo rural, ya que este tipo de producción requiere más mano de obra. Una hectárea de ajos en secano a mí me cuesta unos mil euros escardarla, cuando en convencional apenas cuesta 30 euros. Además en convencional puedes obtener 10.000 kg de ajos por hectárea y yo saco como mucho 4.000. Ahora bien, el precio del producto es mayor y sobre todo más estable.

 

Diego Candil. Ganadero de Ávila: “Los ganaderos evitamos que el campo se convierta en una selva”


Diego Candil Escribano. Ganadero de caprino de El Barraco (Ávila)

“Los ganaderos evitamos que el campo se convierta en una selva”

Diego Candil, de 23 años, es la quinta generación de ganaderos de su familia. Desde El Barraco (Ávila), nos cuenta cómo es el día a día para un joven ganadero de extensivo en un pueblo pequeño. Vamos, la definición de sostenibilidad en sí misma.

¿Cuál es el punto fuerte de tu ganadería en sostenibilidad?

Sin duda, la labor más importante que hago es el mantenimiento del monte. Para mí ser sostenible es que mis cabras tengan la alimentación más natural posible, por ellas, por el medioambiente y por los que después vamos a consumir su leche. Por eso mis cabras se alimentan principalmente de pasto. Pastan en mis tierras y en tierras comunales. Las mantienen limpias, previenen incendios y evitan que el campo se convierta en una selva intransitable.

¿Cómo vivió la ganadería extensiva la sequía del año pasado?

Fue terrible para todos. En nuestro caso, se nos secó el pozo así que teníamos que llevar agua a la explotación para que los animales tuvieran qué beber. Se acabaron los pastos, tuvimos que gastar una fortuna en pienso. Sin agua, sin alimento…pasamos mucho miedo por el futuro de nuestro negocio.

¿Crees que sin precios justos se puede desarrollar una ganadería sostenible?

No se puede desarrollar ningún tipo de ganadería, pero menos una sostenible. Cuando hablo con otro tipo de ganaderos me doy cuenta de que mi modelo de negocio requiere más sacrificio en general y, sobre todo, noto la diferencia en los malos horarios que tengo. No hay tiempo para dedicarse a otra cosa. La ganadería es una profesión, no una inversión. Y como profesionales, merecemos un salario digno.

No sé si la sociedad quiere o no pagar un precio justo, pero creo que una gran parte de la población no puede permitirse pagar el precio real de productos de calidad. Y en este apartado también es importante hablar de sostenibilidad, de precio sostenible.

Algunos gastos que tenéis en explotaciones como la tuya son bajas producidas por los ataques de lobo. ¿Es posible la convivencia de los lobos y la ganadería extensiva o si existen unos no puede existir la otra?

La convivencia está en el equilibrio. Para que la ganadería y los lobos convivan, los ataques a nuestros animales, a nuestro negocio, no pueden quedar impunes. No puede ser que la sociedad proteja a los lobos pero no proteja a los ganaderos. No puede ser que los lobos se expandan y maten cada vez más animales, y seamos los ganaderos los únicos que paguemos esto de nuestro bolsillo. Yo creo que la sociedad urbana está tan alejada del medio natural que no sabe cómo trabajarlo, que a veces los ganaderos tardamos años en recibir la indemnización por nuestros animales muertos, y eso cuando la recibimos, y que siempre hay un lucro cesante que no se indemniza en absoluto.

La sostenibilidad tiene tres pilares. Un producto no es sostenible si no cumple con esas tres patas: económica, medioambiental y social. Ya hemos hablado de las dos primeras facetas pero, ¿crees que tu ganadería es sostenible socialmente?

El tipo de ganadería que yo tengo es, en mi opinión, la única sostenible. Una explotación como la mía necesariamente tiene que estar en el monte, yo no puedo irme con mis cabras al centro de la ciudad. Por eso, las ganaderías en extensivo como la mía son las que dan la vuelta a la tortilla del despoblamiento y asientan población en el mundo rural. La mía, en concreto, lleva haciéndolo cinco generaciones. ¿Hay algo más sostenible que esto?

Alfonso Moreno. Olivarero de Jaén: “Es imprescindible regar los olivos para asegurar la producción”


Alfonso Moreno Aranda. Olivarero de Villargordo (Jaén)

“Es imprescindible regar los olivos para asegurar la producción”

Con 550.000 hectáreas de olivar, la provincia de Jaén supone cerca de un 20% de la superficie mundial destinada a producir este oro líquido. La mayoría de estas explotaciones son de tamaño pequeño y mediano. Es el caso de la explotación de Alfonso Moreno, olivarero de Villargordo (Jaén), que cuenta con cien hectáreas de olivar tradicional que riega con agua del Guadalquivir.

¿Cuál dirías que es el principal problema que afrontáis los olivareros tradicionales?

Nuestro principal problema es la competencia de otras zonas que están instalando plantaciones superintensivas de olivo, por ejemplo en Portugal. También hemos venido teniendo bastantes problemas con el agua que necesitamos para regar los olivos.

¿Por qué es necesario regar los olivos?

Hay momentos en el año en los que es necesario aportar agua a los olivos, como durante la floración o cuando está haciendo el hueso. Necesitamos regar para dar seguridad a la producción y evitar años tan malos como los que hemos tenido últimamente. Es imprescindible regar los olivos.

Yo tengo instalado riego por goteo. Aplico 16 litros por olivo y hora durante unas 20 horas semanales desde abril hasta septiembre, siempre con la autorización de la comunidad de regantes.

Regamos con agua del Guadalquivir y con la que se incorpora de los desagües de los pueblos de la zona, que la filtramos y la utilizamos sin problema.

¿Qué le dirías a los que acusan a los agricultores de gastar agua?

Los agricultores no gastamos el agua, sino que la convertimos en alimentos. En nuestro caso en un producto tan emblemático como el aceite de oliva.

Además, en mi caso, no gastamos ni la mitad de la asignación de agua que tenemos concedida por la comunidad de regantes, ya que tenemos incluso goteros integrados que aún utilizan menos agua.

Lo que sí nos gustaría es tener más balsas y más grandes para poder almacenar más agua. El futuro pasa por modernizarnos y producir utilizando cada vez menos agua.

¿La Administración está apoyando las iniciativas de modernización de los agricultores?

Últimamente no. Hace unos años sí hubo ciertas ayudas y los agricultores invirtieron en maquinaria, riegos… tecnologías que nos han hecho ser más productivos y a la vez más sostenibles.

Las ayudas de la PAC también llegan a nuestro sector, aunque desde luego para los pequeños y medianos agricultores las ayudas son un apoyo, pero poco más.

¿Utilizas glifosato en tu explotación?

Yo sí aplico tratamientos con glifosato, siempre siguiendo las recomendaciones de ingenieros agrónomos y técnicos expertos. Este producto es imprescindible para nosotros para poder controlar las malas hierbas.

El uso de estos productos está cada vez más controlado y los agricultores estamos cada vez más formados en el uso de estos tratamientos, gracias también a las organizaciones agrarias, como UPA, y a las cooperativas de las que formamos parte.

Hoy en día el glifosato se usa de forma muy restringida, sólo en zonas donde no es posible arar la tierra, como alrededor del pie del tronco del olivo y respetando la cubierta vegetal.

¿Por qué no todos los agricultores estáis certificados en ecológico?

La realidad es que es difícil sacar adelante una producción en ecológico. Las plagas cuando vienen, vienen, y si no la combates puedes perder tu producción y tu forma de vida. Las circunstancias te obligan a combatir plagas y enfermedades que pueden arruinarte.

¿Cómo ves la plaga de la Xylella fastidiosa?

La vemos con muchísimo miedo. Además no tiene solución por el momento. Nosotros analizamos cada día nuestros árboles para comprobar su estado sanitario.

¿Qué prácticas llevas a cabo para mejorar la calidad de tus aceitunas?

Lo primero recibir consejos de expertos que te orientan, con el único objetivo de incrementar la calidad y la cantidad de tu producción. Luego en las cooperativas, como la de Villargordo, donde yo comercializo mi producción, cada vez se hacen mejores prácticas que se traducen en un mejor aceite de oliva.